El eco invisible de la pandemia.
El encierro terminó, las mascarillas cayeron, pero algo más profundo quedó suspendido en el aire: una sensación de desconexión y fatiga emocional que no se cura con libertad ni con fiestas. En clínicas, universidades y redes sociales se repite la misma queja entre los jóvenes: “No tengo energía”, “Nada me motiva”, “Siento que ya no encajo”.
La depresión pospandemia no es un fenómeno menor; es el resultado de un trauma colectivo silencioso. Según la Organización Mundial de la Salud, los casos de ansiedad y depresión en jóvenes aumentaron más de un 25 % desde 2020. La juventud, etapa naturalmente expansiva, quedó marcada por un confinamiento que desorganizó el desarrollo emocional, interrumpió vínculos y sembró una sensación de fragilidad existencial. El vi

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