La planificación de defensa en Washington se enfrenta a un reto de una escala formidable. Los analistas estadounidenses ya no pueden evaluar el sector tecnológico chino como una simple entidad comercial, sino que se ven forzados a considerarlo una extensión potencial del poderío militar de Pekín. Existe una preocupación creciente de que los actuales controles a la exportación impuestos por Estados Unidos puedan resultar insuficientes o, peor aún, contraproducentes, al espolear la autosuficiencia de la industria china. Esta percepción se agrava al considerar todas las facetas de su modernización militar, incluido para equipararse con otras grandes potencias.

De hecho, esta nueva realidad se fundamenta en un cambio de paradigma dentro de China, donde las empresas privadas y las universida

See Full Page