El anhelo de eternidad
Nos resulta tan intolerable la idea de dejar la vida que, para forjarnos el espejismo de que seguiremos viviendo, decidimos que, tras la muerte, nos espera en otro mundo —de cuya existencia ningún ser humano tiene indicios— una vida eterna ya sin las penas de la que estamos viviendo (bueno, no a todos se les depara el cielo: solamente a quienes lo merecemos...).
Luis de la Barreda Solórzano
Nos espanta tanto la muerte que, para hacer tolerable su presciencia, la volvemos calavera de azúcar, chocolate, amaranto, papel maché o papel de china; la arreglamos de catrina, elegante y guapa, no obstante que todo su cuerpo es pura osamenta: la representamos como una muerte amable, risueña, festiva.
Nos resulta tan intolerable la idea de dejar la vida que, para forjarnos e

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