Acudía cada día a desayunar. El local le pillaba cerca de casa y llegó a coger cierta confianza con el personal del mismo sin saber que, supuestamente, le estaban quitando más dinero de lo que costaban sus consumiciones. Hasta 22.000 euros, en concreto.

Le ocurrió a un hombre de 94 años, que iba a diario a tomarse su desayuno a una cafetería de Granada. A la hora de pagar, el dueño del mismo le advertía de que había poca cobertura en el datáfono para realizar el pago con tarjeta, así que se llevaba la tarjeta del anciano al interior para efectuar el cobro y se la devolvía. El trato diario y una cierta confianza como cliente habitual llevaron a la víctima a no sospechar que le estaban cobrando mucho más de lo debido por el servicio.

Al principio fueron cantidades moderadas, pero, con el p

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