Hace un siglo, el ritual que constituía el registro en un hotel del paseo del Prado de Madrid era todo un acto de pompa y ceremonia. Expectación y recibimiento. Los huéspedes entregaban las maletas de cuero que habían cargado desde la estación del Mediodía, y no se sentía el más mínimo retraso entre el tintineo de la campanilla de recepción y el instante en que el viajero quedaba liberado de su equipaje y recibía la llave de hierro forjado.

Hoy, esa misma facilidad de acceso se percibe al hacer el check-in en el NH Madrid Nacional, aunque mucho más que el porte del botones ha cambiado a lo largo del tiempo. La estación del Mediodía es hoy la estación de Atocha; las llaves de hierro se han sustituido por tarjetas magnéticas; la climatización es personalizada; el servicio de habitacione

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