Antes de que el gran público lo adoptara como el gerente atento de Mujer bonita o el consejero con temple de Novia fugitiva , Héctor Elizondo ya era un actor de carácter . Nacido en 1936 y criado en el Upper West Side neoyorquino, rozó el béisbol profesional y coqueteó con la danza, hasta que el escenario lo enamoró para siempre.

En cine, su presencia se consolidó con La toma de Pelham 1-2-3 y Gigoló americano ; en televisión, llegó a la primera línea con Chicago Hope y cautivó a una nueva generación en Monk como el Doctor Neven Bell. Dueño de una dicción impecable y un humor seco , cultivó una marca: la del secundario que engrandece una escena con una sola mirada.

A lo largo de décadas, repitió una convicción: “No estoy para caricaturas, el trabajo es encontrar huma

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