La Casa Blanca ha puesto en marcha una vasta operación militar contra el narcotráfico en Sudamérica al margen de su propio Congreso. La campaña, que se desarrolla sin ninguna autorización parlamentaria explícita, ha generado una considerable inquietud entre los legisladores estadounidenses, quienes cuestionan la base legal de unas acciones de semejante envergadura y los límites del poder ejecutivo para llevarlas a cabo.
De hecho, esta ofensiva se ha materializado en una serie de intervenciones cada vez más intensas. Desde el pasado septiembre, las fuerzas norteamericanas han ejecutado hasta diez ataques contra embarcaciones sospechosas de transportar droga, operaciones que se han saldado con un balance de al menos 43 muertos. La actividad militar no solo ha visto cómo un ritmo que se h

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