Lucía Ortíz avanza con dificultad entre interminables campos de flores de cempasúchil, cuyos pétalos de un naranja luminoso se ven en todas partes en estos días, en calles y cementerios de todo México.
Aquí, en canales sinuosos y granjas en los márgenes de Ciudad de México, la flor también conocida como caléndula mexicana se ha cultivado durante generaciones y toma protagonismo cada año en las celebraciones del Día de Muertos.
Pero mientras Ortíz, de 50 años, y otros agricultores agrupan afanosamente racimos de la planta para vender en los mercados de la capital, se preguntan en silencio qué quedará de su sustento en el futuro.
Eso se debe a que los cultivadores de cempasúchil se han visto afectados por lluvias torrenciales, sequía prolongada y otros impactos del cambio climático causad

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