Pocas cosas huelen tanto a hogar como una cebolla dorándose en la sartén. Es la base de nuestros sofritos, el alma de los guisos y, aunque a veces nos haga llorar, no hay cocina sin ella. Pero no todas las cebollas son iguales. En España convivimos con una enorme variedad de tipos, cada una con su textura, aroma y momento perfecto para brillar. Desde las dulces cebollas Fuentes del Ebro hasta los calçots catalanes , te presentamos las nueve variedades más comunes y cómo sacarles todo el partido.
Cebolla amarilla: la todoterreno de los fogones
La cebolla amarilla es la más habitual en cualquier despensa. De piel dorada y carne firme, se conserva durante semanas y sirve para casi todo. Es potente en crudo, pero al cocinarla se vuelve suave y dulce, ideal para guisos, sopas o cebolla caramelizada . Su alto contenido en azúcares la convierte en la mejor opción para recetas de larga cocción, donde libera todo su sabor y perfume.
Cebolla blanca: ligera y rápida de cocinar
De piel pálida y textura crujiente, la cebolla blanca es perfecta para platos que requieren una cocción breve. Se ablanda enseguida, lo que la hace ideal para pizzas, escalivadas o salsas rápidas . También puede comerse cruda si se corta muy fina, aportando un toque fresco a las ensaladas. Es más delicada que la amarilla, así que conviene consumirla pronto tras comprarla.
Cebolla morada: color y frescura en cada bocado
Su piel violeta y su interior rojizo la delatan. La cebolla morada es crujiente, algo picante y con un toque dulce que la hace perfecta para comer en crudo. Es la reina de las ensaladas, ceviches, guacamoles y encurtidos , donde además de sabor aporta color y contraste. En la sartén pierde su tonalidad intensa, por eso rara vez se usa para guisos, aunque en sofritos suaves o asada también resulta deliciosa.
Cebolla dulce: la más suave y amable
Menos azufrada que el resto, la cebolla dulce conquista incluso a quienes suelen apartarla del plato. En España, la más famosa es la Fuentes del Ebro , con Denominación de Origen Protegida. Tiene forma algo achatada y un sabor delicado, sin el picor característico de otras. Es ideal para comer cruda en bocadillos o hamburguesas , para frituras y para preparar unos aros de cebolla irresistibles. Además, es la que mejor sienta al estómago.
Cebolla francesa o cipollini: pequeña, redonda y caramelizada
Pequeña, achatada y con piel dorada o rojiza, la cebolla cipollini (o francesa) se ha hecho un hueco en las cocinas más refinadas. Su sabor es suave y ligeramente dulce, perfecta para asar entera o caramelizar al horno . En Francia suele servirse como guarnición de carnes o en salsas clásicas, donde se deshace lentamente hasta convertirse en pura melosidad.
Chalota: el toque elegante y aromático
A medio camino entre la cebolla y el ajo, la chalota es una joya aromática. De tamaño pequeño y forma alargada, su sabor combina dulzura y un leve toque picante. Es muy utilizada en la cocina francesa para vinagretas, guisos finos o salsas de mantequilla . En crudo aporta matices suaves, y al cocinarla se vuelve cremosa y delicada. Es, sin duda, una de las variedades más versátiles para quienes buscan elegancia en el plato.
Cebolleta: frescura de invierno y primavera
La cebolleta es una especie distinta de la cebolla común ( Allium fistulosum ). Su bulbo blanco y sus hojas verdes aportan un sabor fresco y algo más suave. Es ideal para ensaladas de invierno , platos fríos o para dar color a un salteado. A diferencia de las cebollas secas, debe conservarse en la nevera y consumirse pronto. Es perfecta para recetas como el remojón granadino o cualquier plato donde se busque ligereza y contraste.
Calçot: la cebolla que se come con babero
Originario de Cataluña, el calçot es una cebolla blanca alargada, cultivada bajo tierra para que su tallo crezca tierno y suave. Solo se encuentra entre noviembre y abril, cuando las calçotadas reúnen a familias y amigos alrededor del fuego. Se asan directamente sobre sarmientos, se pelan a mano y se mojan en una salsa romesco o calçot. Más que una cebolla, es un rito gastronómico que celebra la llegada del invierno y la tradición catalana.
Cebollino: el toque final de los platos
El cebollino , también llamado ciboulette , es la versión más delicada del género Allium . Sus finos tallos verdes se usan como hierba aromática , no como base de cocina. Aporta frescura y un suave aroma de cebolla a cremas, tortillas o pescados al horno , y se añade siempre al final de la cocción. Sus flores también son comestibles y decoran los platos con un toque elegante y primaveral.

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