Oswaldo Vizcarrondo recuperó con la selección nacional sub-17 el gusto por el contacto con el balón, la tenencia de la pelota, el trato respetuoso para mimarla a través de la combinación de pases, la búsqueda del espacio libre y la gestación de llegadas al arco rival a partir de la posesión del principal objeto del juego.

En poco tiempo y a contracorriente con el fútbol directo, de escasa elaboración y reactivo que se impuso en las selecciones nacionales en todas las categorías, durante el ciclo de Fernando Batista y sus huestes, que coparon todos los puestos habidos y por haber en el organigrama de la FVF, Vizcarrondo impuso su estilo y rescató la creatividad, la alegría y el juego asociado del jugador venezolano.

Después del fútbol de bostezo y alérgico al balón que se instauró desde l

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