Suele decirse que, aunque se trate de las mismas personas, los hermanos nunca tienen los mismos padres y es lógico: los vínculos son imposibles de reproducir y las personas cambian, se transforman, nunca nadie es el mismo con el paso del tiempo. Esta complejidad humana determina sentimientos apasionados y contradictorios dentro de cada familia, esa red de origen que no siempre cumple con su rol amoroso de contención primaria y que, por el contrario, muchas veces termina convertida en el motor principal de la infelicidad. Este universo de emociones está presente en una novela negra inquietante que se llama El final del bosque , protagonizada por tres hermanos que se recluyen durante una temporada en una vieja casa de la infancia, una vez que los padres han muerto. Su autora es la arge

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