Nació detrás de la máscara plateada y aprendió pronto que, en México, un hombre puede ser mito y mortal al mismo tiempo. Durante más de cuatro décadas, El Hijo del Santo cargó con esa contradicción en el ring: sangrando, riendo y llorando detrás de la misma tela reluciente que su padre hizo inmortal. Ahora, a los sesenta y tres años, el heredero del legado más sagrado de la lucha libre mexicana ha fijado tres fechas finales antes de que la máscara regrese a su lugar de descanso.

Un Adiós Escrito en Plata

Cuando El Hijo del Santo apareció frente a las cámaras, el brillo plateado aún parecía vibrar a su alrededor. El anuncio que todos temían —y esperaban— por fin se volvió oficial: una gira de despedida que comenzará el 29 de noviembre en Monterrey, continuará el 6 de diciembre en Guadalaj

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