En el centro de África, en la “franja media” de Nigeria, se está librando una tragedia silenciada que exige nuestra mirada, nuestra voz y nuestro compromiso. En ese país, miles de cristianos han sido asesinados, miles más desplazados, sus iglesias quemadas, sus comunidades desintegradas. La violencia ha alcanzado niveles que la sociedad global no puede seguir ignorando.

Varias ONGs estiman que más de 7.000 cristianos fueron asesinados en los primeros siete meses de 2025. Los ataques se concentran en estados del norte y del centro del país, donde grupos armados como Boko Haram han perpetrado asaltos que combinan motines por recursos con violencia religiosa. Frente a esto, la falta de respuesta eficaz del gobierno nigeriano y la impunidad de muchos perpetradores aumentan el horror.

Este es

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