En boxeo se da muchas veces la situación de un púgil que está agotado, confundido, cansado, y que de repente se recupera, gana en movilidad y sagacidad, y se mueve y desplaza como si recién hubiera comenzado la pelea. A eso se le denomina en el argot de ese deporte “un cambio de aire”.
Eso es lo que parece haber sucedido con el gobierno. Tras el merecido golpe de los resultados de la elección de PBA, se encontró con el colofón del duro castigo que se autoinfligió durante varios meses al tratar de controlar el tipo de cambio, que lo puso al borde del nocaut, lo vació de reservas y lo dejó servido para el golpe decisivo del kirchnerismo.
Una oportunísima intervención de sus segundos Bessent y Trump -para seguir con la metáfora boxística- que lo reanimaron en el rincón con las sales y el am

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