La fiesta más íntima tiene raíces prehispánicas. Se centra en la creencia de que el espíritu de los difuntos regresa estos días del inframundo para visitar a sus seres queridos. El ‘reencuentro’ se convierte en fiesta en cementerios, plazas o viviendas.

CIUDAD DE MÉXICO — Flores. Velas. Comida. Encuentro con los que se fueron. Una fiesta para los sentidos llena de tradición pero siempre con toques diferentes.

Las celebraciones por el Día de Muertos en México —declaradas patrimonio cultural inmaterial de la humanidad por la Unesco desde hace dos décadas— atrapan cada año a pobladores y turistas, ancianos y a niños de distintos lugares a nivel nacional, desde el zocálo capitalino, la principal plaza del país, a un sinnúmero de pequeños panteones y hogares desperdigados por llanuras, ce

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