La 34ª edición de la Marcha del Orgullo en Buenos Aires ha comenzado con una gran movilización que recorre las calles de la ciudad. Este evento se lleva a cabo en un contexto marcado por la reciente victoria electoral del oficialismo, que ha convertido los discursos de odio y la estigmatización de la diversidad sexual en una política de Estado.

Desde su primera edición en 1992, donde un grupo de personas marchó con máscaras en protesta contra la política reaccionaria hacia la comunidad LGBTQ+, la marcha ha evolucionado. Hoy, la lucha contra el odio y la discriminación cobra un nuevo significado, especialmente tras las declaraciones del presidente Javier Milei, quien en el Foro de Davos equiparó la homosexualidad con la pedofilia.

La situación se agrava con un aumento alarmante de ataques contra la comunidad LGBTQ+. En los primeros seis meses de 2025, se registraron más agresiones que en todo 2024. Entre los casos más impactantes se encuentran el triple lesbicidio en Barracas y el doble femicidio perpetrado por un militante libertario antifeminista.

Los participantes de la marcha exigen justicia por Sofía Fernández, cuyo transfemicidio ha sido objeto de controversia. La familia denuncia que su muerte en una comisaría no fue un suicidio, como sostiene la versión policial. Este caso ha revelado conexiones preocupantes entre el gobierno y los acusados, incluyendo al abogado Francisco Oneto, quien defiende al policía principal implicado.

El Frente de Izquierda Unidad ha convocado a la movilización, denunciando no solo los crímenes de odio, sino también el ajuste del gobierno de Milei y la complicidad de los gobernadores. La marcha se convierte así en un espacio de resistencia y visibilización de las luchas por los derechos de la diversidad sexual en Argentina.

La Marcha del Orgullo de Buenos Aires sigue siendo un símbolo de lucha y reivindicación, atrayendo a miles de personas que buscan un cambio en la política y la sociedad.