Por: Jefferson Sánchez Cifuentes
Bocas de Satinga (Nariño). En las entrañas del litoral pacífico nariñense, donde el verde se confunde con el silencio del agua, reposa una tragedia ambiental que por décadas ha sido invisible para el país. Se llama Canal Naranjo, y su historia —tan corta en su origen como profunda en sus consecuencias— es hoy una de las heridas más dolorosas del ecosistema costero de Nariño.
El origen: una brecha de 70 centímetros Corrían los años setenta cuando Enrique Naranjo, un hombre dedicado a la explotación forestal en el municipio de Olaya Herrera, decidió abrir una pequeña brecha fluvial en el territorio de Bocas de Satinga. Su propósito era aparentemente simple: facilitar el paso de las trozas de madera extraídas de los bosques que bordean el río Patía. Aquella

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