“Sr.O. Wilde excluido de la sala de lectura”. Con esas palabras, la Biblioteca Británica hacía algo más que revocar la credencial que le permitía a Oscar Wilde ingresar a ese recinto: ratificaba el ostracismo al que, en 1895, la sociedad inglesa empujaba a uno de sus grandes escritores.
Condenado por “ultraje contra la moral pública”, Wilde llevaba dos meses encarcelado. ¿Su crimen? Ser homosexual en una época en que tal condición se consideraba un delito penal. Con 37 años, casado y padre de dos hijos, el autor de “El retrato de Dorian Gray” y obras de teatro como “La importancia de llamarse Ernesto” se había enamorado de Lord Alfred Douglas, “Bosie”, un estudiante de Oxford de 21 años, cuyo padre desaprobaba la relación.
Un mal cálculo de Wilde derivó en su encarcelamiento: el marqués

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