Guillermo Francos salió de Olivos, el mediodía del viernes, sabiendo que su cabeza había sido ofrendada como prenda de unidad para recomponer la relación entre Santiago Caputo y Karina Milei. El Presidente recibió al todavía jefe de Gabinete con los hechos consumados. Había postergado para la noche su cita con Mauricio Macri -acto inicial de un día de destrato total para el jefe del PRO- y luego le comunicó a Francos que las condiciones de gobernabilidad que pretendía no solo no las tendría sino que, ampliadas, pasarían a la órbita del super asesor político.

Hasta el jueves por la noche, Francos estaba seguro de que se quedaría . Las mieles del éxito electoral y los elogios que le prodigaron desde el Presidente para abajo crearon una sensación de que lo peor había pasado. El extremad

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