Con frecuencia, la equidistancia aparece hoy como un posicionamiento loable, presuntamente sabedor de que no hay buenos ni malos, de que todas las partes tienen su razón y conviene, por ello, encontrar un punto medio. No se trata de ser neutral (la neutralidad exige no involucrarse), ni tampoco de ser imparcial (la imparcialidad conduce a emitir un juicio normalmente asimétrico). La equidistancia es, por definición, pura simetría. Toda opinión parecerá sospechosa. No cabrá atribuir responsabilidades que, se asegura, son sin excepción compartidas. Tampoco permitirá, bajo el pretexto de no quebrantar la ecuanimidad, la verdadera crítica.

Pero convertir la equidistancia en un acto de lúcida moderación si no es, como señalara Primo Levi, una perversión moral en todos los casos, sí esconde sie

See Full Page