Alos pocos días de la catástrofe, escribí que Carlos Mazón debía dimitir como presidente de la Generalitat valenciana. Es lo que pensaban (y siguen pensando) la mayoría de los ciudadanos. Ha sido un error mayúsculo que permaneciera en el cargo, con la excusa de que sería el piloto de la reconstrucción. Su decisión perjudica al PP, pero también a él mismo, que va a pasar a la historia como el responsable de 229 muertes. Se le está tratando como si fuera un criminal en serie. Se le está linchando de palabra, como se vio en el funeral, y de obra no lo agredieron porque estaba protegido. Puede que a ningún político español se le haya tratado con tanto odio en los últimos 50 años.
Concurren varias circunstancias que exacerban los ánimos. La primera, por supuesto, fue su pésima gestión de lo qu

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