«Entran sin saludar, se ponen delante de un espejo y se empiezan a hacer selfies del culo. Se van sin decir nada», cuenta con asombro Vanita , una comerciante del centro de Palma. La invasión de turistas instagramers que le saturan la tienda para hacerse selfies o grabar vídeos en su interior le ha obligado a colocar un cartel de ‘Prohibido hacer fotos’ en la puerta del local.

Vanita ha tomado esta decisión tan drástica al encontrarse a «turistas, ya sean adolescentes o adultos, que se me meten en la tienda, se miran en el espejo, ponen morritos , me graban a mí... Incluso se meten dentro del probador y se fotografían. Pero no piden permiso ni nada ». También es un clásico lo de probarse ropa, sacarse fotos para subirlas a las redes y largarse sin poner ni un euro en

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