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Federico de la Mano acaba de regresar a Bariloche de su último viaje a Iquique, una ciudad costera en el norte de Chile, al oeste del desierto de Atacama, donde dictó un curso de parapente. « Es uno de los mejores lugares para volar. Esta zona, en cambio, es complicada para dar cursos por el viento. El parapente es una aeronave lenta y cuando sopla el viento a más de 25 kilómetros por hora se pone al limite. Un piloto pro puede volar con 30; pero los movimientos del aire se ponen más bruscos», señala este piloto de 58 años.

Incursionó en el deporte cuando empezó a cobrar visibilidad en Europa en los 90, lo practicó como hobby hasta que emprendió un camino como instructor y voló hasta que un accidente aéreo le produjo una lesión en la médula. Nunca perdió su pasión por el depo

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