No me creo las comparaciones entre ciudades. Con cierta asiduidad siempre sale alguien que habla de una y de otras como si fueran hermanas siamesas separadas al nacer. A Sevilla le ocurre regularmente, porque todos aprovechan la mínima ocasión para colocarla como fiel de la balanza de muchas cosas. Cercanas, frente a Cádiz y Málaga. Lejanas, junto a Roma y Jerusalén. Ya digo que no me lo creo, porque cada una de ellas conserva una personalidad de siglos, especialmente la capital italiana, que en Sevilla se ha dilapidado progresivamente durante generaciones hasta quedarse en el decorado hueco de la actualidad. Bares, tiendas y hoteles que alojan a viajeros que vienen a encontrarse con una ciudad que habita en su voluntad y en la imaginación de muchos de sus vecinos. Sevilla soñada, Sevilla

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