Cada año, millones de personas experimentan fatiga, irritabilidad y dificultad para concentrarse tras los cambios de hora. Aunque parece algo trivial, este malestar tiene una explicación científica: nuestro reloj interno, perfeccionado durante miles de años de evolución, se ve forzado a adaptarse abruptamente a un horario social que no siempre coincide con la luz del sol. Esta desincronización temporal genera lo que los expertos llaman jet lag social , un fenómeno similar al desfase que sentimos al viajar a través de zonas horarias, pero sin salir de casa.

El ritmo circadiano , regulado por el núcleo supraquiasmático en el cerebro, coordina funciones esenciales como el sueño, la digestión, la liberación de hormonas y el estado de ánimo. Cuando alteramos artificialmente

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