El domingo pasado, una parte importante del electorado compró un calmante. Después de años de estancamiento y crisis, no quiso creer que todo el esfuerzo del ajuste había sido en vano por los errores políticos y económicos del gobierno de Milei. No ganó LLA, ganaron los temores al regreso del kirchnerismo –post-7S– y a que la Argentina entrase en una fase de incertidumbre por la gobernabilidad, con todas las consecuencias que la memoria colectiva sabe desde hace rato. Así, pese a la desaprobación y el pesimismo, las denuncias de corrupción, el fastidio con el estilo y las críticas a la falta de empatía con causas sensibles, una primera minoría dijo “elijo creer”, como si el Javo fuese Scaloni.

Semejante aval inesperado le asegura a la administración libertaria un camino allanado en la seg

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