El 14 de julio del 2017, apenas iniciado su primer mandato como presidente de Estados Unidos, Donald Trump recibió una vivísima impresión en París. Invitado de honor de Emmanuel Macron con motivo de la Fiesta Nacional francesa –lo que coincidía además con el año del centenario de la entrada en guerra de EE.UU. en Europa en la primera gran conflagración mundial–, el presidente norteamericano asistió deslumbrado al tradicional desfile militar por los Campos Elíseos, en el que en aquella ocasión participaron también unidades estadounidenses. “¡Magnífico!”, exclamó, seducido por el toque de grandeur francés, mientras agradecía las deferencias de su anfitrión (que incluyó una cena privada de ambos mandatarios con sus cónyuges, Brigitte y Melania, en el restaurante Jules Verne de la torre Eiff

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