A las ocho de la mañana, la Panadería-Confitería Cati ya tiene clientes en la puerta. Incluso antes, porque su dueña, María Isabel Cordobés, Marisa, se levanta a las cinco de la mañana para tenerlo todo preparado. Su momento más puntero del día es de siete y media a ocho y media de la mañana, cuando los vecinos se preparan para ir al trabajo y necesitan comenzar la jornada con un café. También a partir de las dos de la tarde, cuando este pequeño ultramarinos se llena de clientes buscando su pan para acompañar al almuerzo. El establecimiento tiene mucha historia, algunos de sus capítulos están escritos por los propios clientes del barrio, que han crecido pidiendo golosinas en ese mostrador.
María Isabel Cordobés describe su comercio "como una tienda pequeñita de pan, café y alimentac

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