Más allá de la cansina cantinela de la despoblación rural y del manido recurso a hablar de la España vacía, vaciada o como se quiera llamar, existe gente que, afortunadamente, ve la ruralidad no como un problema, sino como una oportunidad. Como una posibilidad de conectar lo antiguo con lo nuevo, lo ancestral con lo futurista, la tradición con la tecnología, la calma con el vértigo. De todo eso trata este año la segunda edición del festival Extrarradios, que hereda la filosofía y el espíritu del cancelado festival Periferias, y que ayer finalizó su primer tramo en Ayerbe, tomando la semana que viene el relevo la localidad de Almudévar. L as nuevas ruralidades, eje central de este año en Extrarradios, plantean un horizonte simbiótico entre el pasado y el futuro, entre lo rural y lo urba

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