Es sorprendente que Gonzalo Rocha, joven, moderno, dinámico, risueño, ágil, feliz de la vida, lleno de la actual actualidad moderna, de la velocidad eléctrica de millones de computadoras, del zumbido radial que acompaña viajes interestelares, de astronautas que regresan sentaditos en su cohete sin haberse despeinado, nos informe, cual jornalero astronauta, que José Guadalupe Posada ganó hace años la partida con el ojo avizor de una gubia. Así como nuestro Rius vendió risueños ataúdes en la funeraria Gayosso, Gonzalo Rocha nos convierte en testigos del camino a la muerte. En la época en que el astronauta es catapultado a la Luna, Gonzalo Rocha nos regresa a la ventana de José Guadalupe Posada, el gran sepulturero que enseñó a bailar a nuestros esqueletitos rumberos al son de marimbas y vi

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