Las relojerías son el negocio de lo intangible.

Sus vitrinas son un espejismo: ofrecen pedazos de tiempo, estatus, estética, elegancia, sentimientos, tradiciones... un largo etcétera de valores y apariencias.

El reloj de pulsera ha experimentado un viaje de la necesidad a la estética.

En el Centro de Manizales, estos negocios le miden el pulso a la economía, a la moda y a la tecnología. A los relojeros consultados por LA PATRIA, la experiencia les dio una tranquilidad.

Según ellos, los relojes de pulsera han sobrevivido a varios 'finales' y están listos para afrontar los que vengan. Siguieron a flote pese a los celulares y los relojes inteligentes no les preocupan.

Su secreto inmortal está a la vista. Son fragmentos en los que se proyectan graduaciones, matrimonios, estilos o viajes,

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