El pasado viernes 24 de octubre, la familia de Ofelia González vivió un día de zozobra. Desde las primeras horas de la mañana, esta adulta mayor de 89 años amaneció con dificultad para respirar y tan desorientada que ni siquiera podía hablar.

Temiendo lo peor, sus hijos y nietos llamaron de urgencia a un servicio médico de asistencia domiciliaria, que tras examinarla detectó malos síntomas respiratorios y señales de una posible isquemia cerebral; es decir, riesgo de que su cerebro estuviera recibiendo poca sangre. La recomendación fue salir de inmediato para un hospital.

Pese a tener la fortuna de contar con un plan de atención médica en casa, que le permitió trasladarse en ambulancia desde su casa en Guayabal, González empezó a deambular por la ciudad. Como cientos de miles de otros med

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