"Mi padre tiene demencia senil. Volví de Europa y me transformé en querellante para ser su voz en el juicio. El 4 de noviembre, cuando lean la sentencia, estaremos en el recinto junto a todos los torturados, los muertos y los desaparecidos".
Mariela Luna, la hija de Agustín, uno de los delegados de Acindar a mediados de la década del 70, sabe que el dolor se cuenta siempre en tiempo presente. Arrastra una certeza que sentencia, que esas heridas de medio siglo son surcos que van a permanecer eternamente abiertos.
Pasaron 50 años de aquella noche del 25 de marzo de 1975, cuando ella tenía 9 y veía cómo se llevaban a su viejo en un camión del Ejército. Relata la noche que marcó su vida para siempre, con la misma angustia que en ese momento leyó en los ojos de su madre y que escuchó en el ll

Página/12

La Nueva Seguridad
CHACO DÍA POR DÍA
La Nación Sociedad
Diario Uno
AlterNet
The Daily Beast
Raw Story
The List