En vísperas de la suspensión del mayor plan contra el hambre en Estados Unidos, del que dependen 42 millones de personas, Donald Trump celebró una fiesta de Halloween inspirada en El Gran Gatsby y los felices años veinte. Las imágenes del presidente, rodeado de miembros de su gobierno y donantes entre bailarinas con vestidos de plumas y música de jazz en directo, han desatado una cascada de críticas .
La brecha entre la realidad que viven los beneficiarios del SNAP (Programa Asistencial de Nutrición Suplementaria), sin fondos desde el cierre del gobierno hace más de un mes, y el lujo que se respiraba tras las puertas de Mar-a-Lago es evidente. Mientras las colas en los bancos de alimentos crecen y cientos de miles de funcionarios esperan su sueldo, la mansión de Trump presumía

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