Por Wilson Acosta
Cada vez que la inseguridad golpea, los alcaldes desempolvan la misma receta: restringir las motos. Una medida rápida e impopular que castiga a los trabajadores, pero no toca el corazón del problema: la impunidad , anarquía y la falta de control real sobre quienes delinquen y tienen comportamientos contrarios a las normas de tránsito.
Hoy circulan más de 12 millones de motocicletas en el país, más de la mitad del parque automotor nacional. Detrás de cada una hay historias de esfuerzo: repartidores, mensajeros, familias enteras que encuentran en las dos ruedas su única forma de movilidad y sustento.
Sin embargo, cuando el orden público se altera, los gobernantes locales vuelven al mismo libreto: prohibir el acompañante, restringir horarios o bloquear vías. Son medidas

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