Con siete años, An Wei pasaba las horas dibujando en el restaurante que sus padres tenían en el centro de Madrid. «Ahí pasaba más horas que en mi casa, estaba de lunes a domingo, no teníamos vacaciones», recuerda el artista nacido en Madrid en 1990 y de origen chino. Siempre iba con el papel de las libretas de los camareros y un bolígrafo, y copiaba las caras de las revistas. El padre de un amigo del barrio vio aquellos dibujos y le prometió que le presentaría a un pintor, para que le diera clases.

Esa idea iluminó al pequeño An Wei, que preguntaba por aquel artista todos los días, hasta que por fin entró en la academia de quien sería su primer mentor y aprendió con precocidad las técnicas del óleo y el carboncillo. «Era una hora a la semana, un rato mágico», recuerda ahora, desde su estu

See Full Page