Durante las últimas décadas, los informes internacionales parecen haber alcanzado un consenso: el futuro pertenece a quienes desarrollen las llamadas “ habilidades del siglo XXI ”. En uno de sus últimos reportes, Mc Kinsey (2021) sostiene que la empleabilidad y la productividad global dependen de la empatía, la autoconciencia, la autorregulación emocional, la creatividad , el pensamiento crítico y la resiliencia. Por su parte, OCDE (2018) coincide: las competencias más valiosas son la amabilidad, la curiosidad, la colaboración y la apertura al cambio.
En otras palabras, el ciudadano ideal del siglo XXI es alguien competente, empático , emocionalmente equilibrado y perpetuamente creativo. Un sujeto sereno, adaptado y productivo. Un individuo que —al menos en teoría— nunca se enoja de

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