El fútbol argentino se ha ido poblando de leyendas. Y de hechos reales, que parecían surgidos de la ficción o de la imaginación. Pero lo ocurrido el domingo 4 de noviembre de 1990 en la cancha de Vélez Sarsfield fue increíble. Como para ir directo al libro Guinness. El partido entre el equipo local y San Lorenzo se suspendió a los 40 minutos del primer tiempo, por falta de balones…

Aquellas tardes de domingo eran maravillosas e irrepetibles, porque todos los partidos se disputaban a la misma hora. Uno iba a la cancha y la portátil era un acompañante imprescindible. La radio pegada al oído, inseparable, nos traía las novedades de los otros estadios, donde las emisoras más importantes, destinaban un periodista en cada una. Los goles llegaban desde las conexiones por medio de un grito, o un

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