Una mañana de sábado lo vi dejar su Valiant gris en la esquina de Reservistas. Bajó en pijama y empezó la larga caminata por debajo de lo que hoy es la Platea Norte rumbo a los vestuarios. Iba a entrenar. Al menos iba al vestuario. Otro día, pero a la tarde, lo vi sentado en los bancos frente a la cancha de patín recibiendo la reprimenda de José Amalfitani. “Vaya a cortarse ese pelo por favor, no puede andar así”. Lo vi jugar. Bajo el sol y en la sombra. Lo seguiré viendo en la melancolía del niño que fui y en el dolor de esta hora. La peor de las horas. Ha muerto Daniel Willington .

Hay lágrimas en Vélez. Hay lágrimas en Talleres . Hay miles de anécdotas de ese crack al que llamaban El Cordobés y que lo vitoreaban al grito de “y ya lo ve, es el hermano de Pelé”.

Willington fue enorme

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