Se llama Verónica Dávila. Tiene 35 años y para ella, hace unos meses comenzó una nueva vida. La joven mamá llegó hace unos días a San Juan después de estar durante 10 meses, radicada en Buenos Aires, sin sus afectos, solo aferrada a la fe y la esperanza de poder conseguir un trasplante de hígado. Por eso su emoción en su relato. Porque realmente comenzó una nueva vida. “Es mucho más que una nueva vida, es aprender a valorar cada detalle del día a día”, expresa todavía emocionada.

La historia de Vero retrata la difícil situación de miles de personas que esperan por un trasplante y que incluso muchas veces, esa chance no llega y se agota la lucha. En este caso la sanjuanina nació con una patología hepática que pudo ser controlada gracias a una cirugía que recibió a los 40 días de su nacimie

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