La Armada china se enfrenta desde hace tiempo a una carencia estratégica notable en su ambicioso programa de portaaviones: la falta de un avión de entrenamiento avanzado y embarcado que sea fiable y de producción propia. Los modelos que utiliza actualmente, como el Guizhou JL-9, han mostrado deficiencias estructurales, mientras que el Hongdu JL-10, más capaz, arrastra una dependencia crítica de motores ucranianos, una cadena de suministro que se ha vuelto, como mínimo, incierta. Esta necesidad se ha vuelto aún más acuciante con la reciente puesta en servicio de buques como el Fujian, , que requiere una nueva generación de pilotos navales.

En este contexto, la industria de defensa del gigante asiático parece haber movido ficha con la aparición de un nuevo caza de entrenamiento. Aunque el f

See Full Page