Lo reconoció con un leve encogimiento de hombros, como algo obvio o casi inevitable: «Toda la vida me la he pasado buscando a amigos como los tres mosqueteros, o mujeres como Milady de Winter o Constance Bonacieux». , en presencia de la escritora y editora , reveló que leyó por primera vez la historia de Athos, Porthos, Aramis y D’Artagnan cuando era un niño menudo, pero de imaginación ya desbordante y proclive a la magia que destilan las grandes historias.

Él también recibió su aleccionamiento de vida en su propio Long John Silver, un marino viejo, contrabandista de oficio y muy bregado en el mar, que le ofreció su primer cigarrillo y del que aprendió que hay que despedirse de la vida antes de que a uno lo desguacen. La memoria de esos días queda atrás, pero no el sabor de las emociones

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