México mantiene un sistema presidencialista fuerte, en el que el presidente concentra amplias facultades ejecutivas, lo que históricamente ha generado tanto estabilidad como riesgos de centralización del poder. Aunque las reformas electorales de los años noventa y dos mil redujeron la influencia presidencial en los comicios y fortalecieron la autonomía de organismos como el Instituto Nacional Electoral (INE), la relación entre el Ejecutivo y los contrapesos institucionales continúa siendo un punto de fricción.
Desde 2018, con la llegada de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y su movimiento Morena, México vive un proceso político autodenominado “Cuarta Transformación”. Su objetivo ha sido reestructurar el papel del Estado en la economía, combatir la corrupción y fortalecer los programas so

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