Lo que comenzó como un espacio para compartir fotos y mensajes personales se ha convertido en el corazón de la vida social moderna, con implicaciones profundas en la política, la cultura y la salud mental.
Nunca antes en la historia humana fue tan fácil comunicarse con alguien del otro lado del mundo. Plataformas como Facebook, X (antes Twitter), Instagram, TikTok , o YouTube han derribado fronteras, impulsando una comunicación inmediata y global. Las redes permiten visibilizar causas sociales, difundir ideas, promover negocios y crear comunidades en torno a intereses compartidos.
Sin embargo, esta misma conectividad trae consigo una paradoja: la saturación informativa. Cuanto más conectados estamos, más difícil resulta distinguir lo importante de lo trivial, lo verdadero de lo falso.
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