El Padre Guillermo Treviño, un querido sacerdote reconocido por su profunda fe, su sentido del humor contagioso y su firme compromiso con la comunidad inmigrante, falleció el 31 de octubre de 2025, poco después de regresar de Roma. Su recorrido —desde aquel niño lleno de energía en el vecindario Floreciente de Moline hasta convertirse en un sacerdote que inspiró innumerables vidas— dejó una huella imborrable en todos los que lo conocieron.

Conocí al Padre Guillermo Treviño —Memo, como lo llamaban sus amigos y familiares— cuando apenas tenía tres años. Yo era un estudiante de secundaria de dieciséis años que hacía trabajos ocasionales para ganarse la vida. Uno de esos empleos consistía en dar mantenimiento a unos apartamentos en la Séptima Calle de Moline, Illinois, ubicados encima de la t

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