Dejando de lado a los gordos de Botero, no existe en Medellín una escultura más emblemática, más fotografiada, más reconocida ni que haga parte activa de la memoria y recuerdos de tantas familias como El Hombre Creador de Energía, la monumental obra del maestro Rodrigo Arenas Betancourt. La escultura que comenzó a levantarse en 1968, en medio de la inauguración de la ciudadela de la Universidad de Antioquia, y que estuvo lista en 1971, está en absolutamente todo lo relacionado con la UdeA: en el infaltable ritual de los graduados, en documentos y publicaciones, en uniformes y souvenirs y en decenas de obras que a su modo la han reinterpretado. Pero en las últimas semanas estudiantes, docentes y visitantes han observado con preocupación el aspecto de la escultura, preguntándose si el color

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