A principios de los años 40, cuando el veneno nazi se extendía por Europa y el miedo y la violencia campaban a sus anchas por el continente, la Cerdanya se convirtió en paso fronterizo y ruta de escape para quienes huían del horror. A un lado, Puigcerdà. Al otro, Dorres. Y entre ambas, con suerte, una meta volante rumbo a la libertad. "Era una red afectiva y eficaz, extravagante e impensable; una red de evasión para que judíos, aviadores aliados y perseguidos por el fascismo cruzasen la frontera", explica Núria Cadenes (Barcelona, 1970), cuya evocación de aquella suerte de ferrocarril subterráneo antitotalitario le ha valido este jueves el VII Premi Proa de Novel·la.
A los mandos de tan socorrida ruta de escape y dando vida a las páginas de 'Qui salva un vida', el libro con el qu

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