"Estoy buscando a Rosa*. Dígale que sabemos dónde vive ella, dónde vive usted y otros familiares para ir por todos, si no paga la plata que nos debe".
El hombre inmediatamente colgó el teléfono. Rosa había acudido a un préstamo de un 'gota a gota', que en muchos de los casos pertenecen a temidas bandas criminales que cobran con elevados recargos que ellos mismos realizan cada día, bajo amenazas de muerte.
“Ni creas que te nos vas a robar la plata (...)”, sonaba y sonaba el mensaje en el buzón del celular de Laura*, empleada de un restaurante en Cali que sufrió el destierro de su vivienda desde que unos cobradores de préstamos ‘gota a gota’ le exigieron que pagara la deuda en la que le sirvió de fiadora a la mujer que le cuidaba a sus dos hijas.
Hombres en motocicletas empezaron a llegar

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