No es solo el miedo a lo que te pueda pasar a ti. Es el terror paralizante de lo que le pueda ocurrir a tus seres queridos, no saber si ese día será el último que les veas porque una patrulla de agentes anti migración del ICE se los lleve a un centro de detención y acaben deportados a su país de origen o en cualquier otro, incluso en el continente africano, y en el que no tengan ni arraigo.

Desde que el presidente de EEUU, Donald Trump, volvió a la Casa Blanca, se suceden en multitud de ayuntamientos del país sesiones abiertas a la comunidad en la que los vecinos cuentan a sus representantes la angustia del día a día por la presión policial contra personas que viven y trabajan en la localidad.

Este martes pasado, en Hillsboro, un municipio de unos 100.000 habitantes en Oregón, un Estado que tiene al frente a una gobernadora demócrata, Tina Kotek, acogía en el salón de actos del Ayuntamiento una sesión de más de cinco horas para escuchar a las personas afectadas por las políticas anti migratorias de Trump.

Cuando ya se habían escuchado un buen número de testimonios, a las tres horas y media de sesión, tomó la palabra Manny Chávez, un joven de 16 años descendiente de migrantes en EEUU que expresó todo su terror emocionado en tres minutos: “Solo quiero decirles que espero de verdad que nos apoyen. Todos aquí estamos luchando por lo que es justo y por nuestros derechos. Y solo quiero decirles que tengo miedo de que mis padres salgan de casa y no pueda despedirme de ellos si se van a trabajar, quizás no pueda volver a verlos jamás”.

“Me da miedo, lucharon mucho para venir aquí y elegir una vida para sus hijos”, proseguía Manny Chávez. “Nos tratan como animales porque nos juzgan por el color de nuestra piel y por cómo hablamos, y tenemos un presidente que se comporta como un niño y tenemos una policía que no hace nada al respecto. Espero que escuchen lo que todos estamos diciendo, porque todos tenemos miedo. Tengo miedo de no volver a ver a mis amigos; de que nuestros padres ya no estén algún día; de que nos quedemos solos; de que un día en la escuela pueda ser detenido por personas que no conozco, que no se identifican correctamente porque llevan máscaras. Tengo miedo de no volver a ver a mis seres queridos.”

Y concluye: “Nos tratan como perros, como animales, a nadie le importamos por el color de nuestra piel. Estoy harto, no puedo seguir así con 16 años, no puedo vivir con miedo, tendría que estar centrado en el colegio”.

La súplica de Manny, que se ha hecho viral tras compartirla el Hillsboro Herald , se producía después de que en la sesión pública diferentes expertos expresaran las razones legales por las que la localidad y ciudades similares en todo Estados Unidos no pueden hacer nada para evitar los arrestos, que son ejecutados por agentes federales.

Lo que sí existe es la posibilidad una colaboración más estrecha que ofrecen algunas jurisdicciones locales que colaboran con el ICE mediante el llamado  programa 287(g) . Estos acuerdos permiten que funcionarios locales actúen como agentes migratorios, trabajando en estrecha coordinación con ICE.

Los acuerdos 287(g) están diseñados para ampliar el alcance de la maquinaria de deportación de Trump, haciendo que las localidades hagan el trabajo de ICE a su costa, y llevan a la elaboración de perfiles raciales, la violación de derechos civiles, el aislamiento de las comunidades migrantes y la separación de familias.

En la comparecencia de Hillsboro, también participó una mujer que decía: “Estoy aquí como madre y como ciudadana y estoy harta de que me digan que no hay nada que podamos hacer. ¿Cómo les explico a mis hijos todos los días que vuelven a casa del colegio que los derechos civiles no se aplican a cada uno de nosotros debido a nuestro color de piel o de nuestro pelo? Tengo que llevar el pasaporte encima siempre, porque es cuestión de cuándo me detengan, no de si me van a detener: mis derechos civiles no se aplican porque soy hispana. Y ahora mismo no hay derechos civiles para ninguno de nosotros, para mi comunidad, para los latinos”.

En su testinonio, explicaba que sus hijos al llegar a casa del colegio, “en lugar de contar sus avances académicos, cuentan historias de compañeros de clase, de cómo les preguntan por su estatus legal solo por su aspecto, solo porque no encajamos en el perfil. Los que están siendo deportados son solo trabajadores, cuyo único delito ha sido luchar por un futuro para sus familias”.

En octubre, el alcalde de Hillsboro, Beach Pace, y el jefe de policía, Jim Coleman, trasladaron a la ciudad que Hillsboro era una llamada ciudad santuario –que no se dedica a perseguir a los migrantes por el hecho de serlo–, informa Hillsboro News Times , y que su departamento de policía no colabora con las autoridades federales de inmigración.

Sin embargo, reconocen los límites de la autoridad local: “El Departamento de Policía de la ciudad de Hillsboro no tiene jurisdicción sobre el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) ni sobre ningún otro personal federal de inmigración. Los agentes del Departamento de Policía de Hillsboro no pueden intervenir en las operaciones del ICE ni pueden ayudar o proteger a las personas de arrestos federales o consecuencias legales si interfieren con dichas operaciones”.

El mismo día de la reunión del Ayuntamiento, la Junta de Comisionados del Condado de Washington (Oregón) declaró el estado de emergencia en respuesta a las preocupaciones relacionadas con la inmigración, señalando que organizaciones locales que prestan servicios a la población migrante habían solicitado ayuda para afrontar las consecuencias, y se destinaron 200.000 dóalres para servicios relacionados con la migración, informa Hillsboro News Times .