Cada vez más nutricionistas alertan de que empezar el día con un café solo acompañado de galletas o bollería es un atajo engañoso: dispara la glucosa en minutos y, poco después, llega el bajón . El resultado es hambre y cansancio antes de media mañana. Por eso insisten en priorizar desayunos que mantengan la energía más allá de las 11:00 horas.
El resultado es un pico rápido de glucosa y una respuesta igual de rápida de insulina que, poco después, se traduce en somnolencia, antojos y necesidad de picar .
La cuestión, coinciden los nutricionistas, no es imponer el desayuno como dogma, sino darle sentido cuando se hace: que aporte fibra, proteínas y grasas saludables para mantener la saciedad y un flujo de energía más estable. Fruta entera mejor que zumo; cereales integrales en luga

LA RAZÓN Salud

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